viernes, 22 de mayo de 2009

Comentario de Lily Baez

Es difícil aceptarlo, pero sí es cierto, nos hemos choleado demasiado. Y esta reflexión viene a mi memoria por aquellas situaciones en las que el encono, la intolerancia, el desdén, el aciago, y tantas otras sensaciones se apoderan de nuestras fibras más profundas, liberando a su paso puñales untados con veneno (ofensas, agravios), producto de la discriminación encerrada en un yo irracional; tan sólo para justificar sucesos del cual queremos salir bien librados o simplemente para descargar las emociones.

Es que acaso no podemos hallar una metáfora distinta, para sustentar todos aquellos infortunios y eximir así nuestros más oscuros sentimientos, que no sea la de mentar el rótulo de cholo; considerado cruelmente por algunos como sinónimo de inepto, incompetente, analfabeto y demás absurdos, que generan en los peruanos: complejos, resentimiento y desprecio por su origen.

Surge entonces, una ilusa fórmula para desterrar cualquier rezago de injusticia y desigualdad que en términos tecnológicos sería, formatear toda herencia de pensamiento discriminatorio, pero la cruda realidad social no se borra con un clic, para ello necesitamos de una fortaleza, de un aliado, de un paliativo, aunque en estos tiempos menoscabada, llamada Educación. Y cuando hablamos de educación, no la citamos como responsable del mantenimiento del orden estamental que plantea Nelson Manrique , pues si queremos levantar el dedo acusador del arraigo de la desigualdad, empecemos por el olvido de diferentes gobiernos para mejorarla, por la conveniencia de grupos de poder para dominar nuestras mentes y someterlas, por la indiferencia de los demás sectores de la sociedad para rebatir éstos efectos y dónde dejamos a los profesionales frustrados que por el tarjetazo asumen roles para el que no están preparados. ¡Basta ya de buscar culpables y víctimas!

No es parte de la educación formar individuos que se sometan a humillaciones, mediocridad, maltratos, discriminación, ni afrentas. La tarea para desterrar el racismo radical, no es exclusiva de la educación, es tarea de todos. Jorge Bruce afirma que modificar la calidad de enseñanza es una tarea muy compleja y coincido plenamente, pero ésta tarea si es compartida por los diferentes agentes de la sociedad se puede convertir en una realidad creíble. Por lo tanto desde un humilde y sencillo espacio llamado salón de clases, asumo el reto cada día, aunque difícil, de sembrar en mis jóvenes pupilos, el sentido del respeto y la equidad, resaltando el potencial que cada uno de sus integrantes posee para el desarrollo de una sociedad justa y reivindicadora.

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